La migración toca a la puerta de la Iglesia Católica venezolana

  • mayo 27,2019

Mientras doblaba su sotana, el padre Ismael hablaba sobre la fe, esa que lo ha mantenido de pie en los momentos de angustia. Sí, de angustia, porque en la Iglesia Católica también hay días en los que las preocupaciones invaden la mente de los sacerdotes.

“Hija, si a mí no me da la base para hacer un mercado como lo hacía antes, imagínate cómo hago para mantener a esta parroquia”, dice Ismael antes de confesar que casi emigra del país, como lo han hecho este año cuatro curas en Maturín, estado Monagas, y otros diez en Caracas.

El padre Ismael González sirve en una iglesia en la parroquia Los Godos de Maturín. La crisis económica por la que atraviesa Venezuela lo ha golpeado porque, como la mayoría de los sacerdotes, no tiene un salario sino que vive de la caridad y la mayoría de sus fieles carecen de recursos económicos.

Así que el poco dinero que entra se va en comprar comida y aquellas cosas que faltan en la parroquia, como el vino por ejemplo, cuyo costo va desde los 30.000 bolívares en adelante.

González mantiene a su madre; no poder llevar esos y otros gastos, lo cual lo hizo pensar en abandonar el sacerdocio o en pedir un permiso al obispo de Maturín para salir del país como misionero.

Descartó colgar los hábitos cuando se dio cuenta que comenzar de cero en otro país a sus 45 años no era su mejor opción. Entonces, le restaba solicitar permiso, pero ya otros se le habían adelantado y estaba seguro de que monseñor Enrique Pérez Lavado se lo negaría. “No puedo dejar solo a monseñor”, reflexionó.

Uno de sus compañeros salió a España por motivos de estudios y los otros lo hicieron hacia Chile, Argentina y Brasil por motivos de salud, empujados por la crisis económica y sanitaria que les impide costearse un tratamiento.

La migración de sacerdotes es un tema tabú dentro de la Iglesia Católica, aunque monseñor Adán Ramírez, vicario de Caracas, prefiere calificarlo como sensible y doloroso, porque se trata de la partida de un ser querido, ya que la iglesia es una familia.