La migración venezolana desborda a los Gobiernos de América Latina

  • septiembre 13,2018

La crisis social, económica y política de Venezuela ha dejado de ser un problema exclusivo del país caribeño y ha devenido en un quebradero de cabeza para toda la región. Las principales potencias han presionado en vano en los últimos años para lograr una salida a la deriva autoritaria de Nicolás Maduro. El problema va ahora más allá. La migración de venezolanos, una riada que supera los 2,3 millones desde 2014, ha puesto en jaque a los Gobiernos de América Latina, que ven cómo la llegada masiva de ciudadanos a sus países puede desbordar los sistemas locales y comienza a generar brotes xenófobos. Las potencias regionales tratan de lograr una respuesta coordinada a la crisis, que, dan por hecho, se acentuará tras las últimas medidas económicas de Nicolás Maduro.

“Hay una preocupación generalizada ante un problema de dimensión humanitaria en toda su extensión”, resume un alto cargo de una de las principales potencias del Grupo de Lima, el conjunto de países que decidió unirse para lograr una salida política y negociada a la crisis venezolana ante el fracaso de la participación de la Organización de Estados Americanos (OEA). Hasta ahora, cada país ha aplicado medidas individuales, pero la situación se vuelve insostenible.

Colombia es el termómetro en el que se miden todos los Gobiernos. Desde que comenzó la crisis en el país vecino ha recibido ya a casi un millón de venezolanos. La mayoría ha entrado vía terrestre por los pasos oficiales, pero unos 45.000 han usado los caminos irregulares que se esconden en los más de 2.000 kilómetros de frontera conjunta. Para dar respuesta a esta crisis humanitaria, el Gobierno del expresidente Juan Manuel Santos ideó una tarjeta migratoria que permitía el paso a los ciudadanos. Este primer registro sirvió para crear un censo migratorio, aún en desarrollo. A través de este sistema los migrantes tienen acceso al sistema sanitario, educativo y al mercado laboral de manera regular.