Homenaje a JJ, "Inmortal de América"

  • febrero 10,2014

El silencio sepulcral se rompió. A las 11:15, de dos enormes parlantes colocados junto al mausoleo de Julio Jaramillo, en la puerta 13 del Cementerio Patrimonial de Guayaquil, se volvió a escuchar la inconfundible voz de "El Ruiseñor de América".

Fue como un imán. Mientras sonaba el bolero "Acurrucadita", decenas de personas comenzaron a acercarse atraídas por "El inmortal". En sus rostros se reflejaba la nostalgia. Fue como si sus seguidores recordaran la época de oro de un cantante que se convirtió en ídolo de multitudes, el enamoradizo, el de los mitos, el hijo adoptivo de Venezuela, México y Colombia, donde su música atrajo a multitudes.

Treinta y seis años después de su muerte, su música sigue atrayendo. Por momentos parecía como si nunca se hubiera ido. Quienes habían acudido a visitar las tumbas de sus familiares, se detuvieron junto al busto de JJ, se tomaron fotos, le dejaron flores.

Las canciones continuaban una tras otra, como una muestra de la versatilidad de su voz. Pasillos, boleros, valses... Era la voz del hombre que llegó también a inmortalizar boleros, rancheras y tangos.

Hasta ese momento fue como un tributo en silencio. Lo escuchaban y como un impulso incontenible, algunos de los presentes movían sus pies al son de las canciones. Así fue hasta que a las 11:34 no pudieron evitar cantar en coro. De los parlantes salió uno de sus éxitos. "He sabido que te vas a casar, he sabido que te van a cantar la marcha nupcial como himno de amor...". Era el tema "Boda y lágrimas".

Por instantes parecían impacientes. Querían presenciar ya el tributo a su ídolo, pero al escuchar canciones como "Al volver", parecían olvidarse. Cantaban y silbaban. Lo hizo Félix Jiménez, un pintor de bóvedas que mientras trabajaba no dejaba de tararear. "Ese es JJ".

Pasado el mediodía empezó el programa. Esta vez no solo los músicos, liderados por Gustavo Pacheco y su esposa Silvana Ibarra, rindieron el tributo. Además lo hicieron los actores. Augusto Enríquez dijo que JJ, su música y su vida, también han sido inspiración en las tablas. Fernando Gálvez pidió que ese homenaje fuera un motivo de fiesta.

El cantante Marcelo Reyes fue quien puso al público a corear los éxitos del Ruiseñor. Comenzó con aquella canción que retrata el amor que sintió el artista por la vedette Blanquita Garzón (Nuestro Juramento), continuó con Fatalidad y consiguió uno de sus puntos más altos con "Guayaquileña", un tema que llevó a otros países y al que lo convertía en "caraqueñita" o "mexicanita".

El tributo permitió hacer un repaso por su música y mostrar por qué se convirtió en un ídolo. Sus éxitos siguen siendo coreados como en su época de oro.